miércoles, 27 de octubre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

La vida.

Sigo con extraños malestares. Debo tener algún nervio enclaustrado en la boca del estómago, que no me deja evocar hechizo alguno para animar ebriedades.
Sé hacer trizas momentos irrepetibles, lo llevo innato como la enérgica sangre de mis brazos. Pero te capturaré como a un relámpago que guardo ya hace tiempo en un frasco, porque no todo me es desmerecido en este artificioso letargo, de no poder dormir esperando escucharte golpear mi ventana, verte aparecer por esquinas desoladas.

sábado, 23 de octubre de 2010

Saltimbanqui.

A los alquimistas medievales, que en sus laboratorios descubren o inventan el elixir salubre, he mezclado sustancias que mi cerebro aún no las ha incorporado imaginables. Cautivador digo cosas con la mirada de perro incomprensible. ¡O causalidad! Se trata de aquellas noches de inconciencia, como cuando hasta cierta edad la memoria no cuenta.
No puedo creer lo que ven mis ojos, ciudades nubarradas se edifican ante mí, inmensas y listas para ser saltadas. Las mujeres se adornan para durar así infinitamente, provocan tal intensidad que oscurecen la atmósfera. Muchas de ellas tan femenino y sobrenatural, nos engañan, tan ambicioso e individual, que confunden y dañan.
Lo embellecido es mentira, como lo es una pesadilla llena de desfiguraciones faciales. Uno nace ciegamente entregado, desdeñado a carnes rojas y crudas en busca de pasiones, sin interpretar, que únicamente nos fecundan para dirigirnos derecho al pantano...
Bromista embriaguez que todo lo envuelve risible. El acróbata de los sueños, no es soñado, es real, y a los aletazos no le importa caer con los brazos hacia arriba.
Luego de tanta magnificencia, por abandonar con los ojos lo que conmueve, y dedicarme a buscar sorprendentes plumas de colores. Un día después, el dolor es tan intenso que me duele todo el cuerpo, menos el corazón, lo tiraremos a los tiburones. Que nos duela la piel, por sentirnos en el desequilibrio de estar toda una noche con los ojos cerrados.
Adormecer atenazados, gracias a la compasión de efervescentes duendes, para frenar a los resortes mentales, así una vez despierto, no reconozco a los que veo en sueños.
Porque la duda del recuerdo, salva al culpable.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Me rasco.

Me rasco el culo cada quince minutos, me duelen los huevos de estar mirando el culo que tengo enfrente, donde sea, siempre hay uno meneándose.
Frígidas y ninfómanas lo endurecen cuando lo chocan contra otros culos diferentes, y sienten ese abatamiento cerebral, por no entender acerca de aquel sudor a lo largo de sus cosquilleantes espaldas. Tensando a las pestañas postizas, sin soslayar, anonadan al monstrísimo sol.
Desde sus pétreas pupilas, amedrentando toda formalidad, total, en las puertas de cualquier edificio público, infinidad de perros chupan y succionan los genitales de otros perros, se olfatean unos a otros.
Sin girar, como hace un siglo, cerca de mí, tan cerca del desconocido con involuntarias sospechas, recíprocas, recíprocas, recíprocas.
Son para mí, seducciones puras, brutas sensaciones que renacen de lo más interno, en los transportes de carga humana.
Como para tener desaforadas ganas de gritarle al de al lado: ¡Te quiero más que a mi mano izquierda!
Enrollada, zanahoria, ninfa dorada, pestilente entrepierna, labios de miel, puta de mierda, de juguete, de banana.

lunes, 4 de octubre de 2010

Un sueño por purgar.

Cansado de afilar a mis uñas como a mis pensamientos, cual lecho haré trizas por eterno, nunca por claustrofobia ni necedad, desairada sima. De la que ya me acostumbré, lleno de secretos, cajones y paredes que me leen infinidad de elocuentes e irrepetibles frases para enamorar.
Subo de largas noches desorientadas, vidriosamente rotas, vuelvo como cucaracha para refugiarme del sol bajo macetas. Por una fresca mañana, debilitado, sin que nada importe, porque para sonreír no tengo fuerzas. Solo siento que llegó la hora de soñarte, por más que ya no haya estrellas. Te sueño fija hacia mí, pero por más que tenga al pecho hinchado de pena, no me es menester de lágrimas alimentarme.
Un presentimiento certero, ¿o no diferencio flores naturales de artificiales?...
Como lo peligroso del abrumado cuarto, éste me representa, siempre, el placer que cargan tus ojos. Nunca dolor ni malestar, sos la diosa del placer, sos la placentera vida de la perdición. Presentí la vagabunda nada, necesidad de recostarme y hacer descansar a mi cadaver, para que mis pulmones dejen de temblar.
¿Donde estas eslabón que no te puedo hallar, en que paseo, conversación, miedo, edad, te perdí, o te dejé pasar? Que ahora desespero haciendo real resucitadas imágenes y un solo pensamiento, que ensucia a mi frente altiva y conciente, me manipula, me tortura con calientes derramamientos de imágenes indeseables. Me despierta con huellas del pasado que se adueñan de mi ilógico presente, utopía candente.
Con las pupilas imantadas a la imagen de verte flotar desde una orilla a otra, no la perderé de mis recuerdos, no la extinguiré entre sueños, ni en vigilia, como fotografías superpuestas para suscitar sensaciones alucinadas.
Los sueños de tu presencia me persiguen suaves y perfumados, reales e inconcebibles, días enteros me perturban sin poder verte, sin querer, viendote. Me debilita por ir a buscarte, hasta que amanezca frente a tu puerta por esperarte.
Los tiempos no llegan a bajar el telón de desdramatizar la crueldad de tu sonrisa, olvidar la perra hambrienta de una larga vida. No llegan a bajar tantos secretos a la tumba, sabiendo que lo único que es para despojar en vida son súplicas, súplicas, las mismas de siempre.
Lo bueno de subir por esas noches, es para dejar de regirme por el tiempo, a esta altura de la vida ya no importa si sale el sol o la luna, solo dependo y decido si dormir o moverme, a traves de la tristeza.