lunes, 4 de octubre de 2010

Un sueño por purgar.

Cansado de afilar a mis uñas como a mis pensamientos, cual lecho haré trizas por eterno, nunca por claustrofobia ni necedad, desairada sima. De la que ya me acostumbré, lleno de secretos, cajones y paredes que me leen infinidad de elocuentes e irrepetibles frases para enamorar.
Subo de largas noches desorientadas, vidriosamente rotas, vuelvo como cucaracha para refugiarme del sol bajo macetas. Por una fresca mañana, debilitado, sin que nada importe, porque para sonreír no tengo fuerzas. Solo siento que llegó la hora de soñarte, por más que ya no haya estrellas. Te sueño fija hacia mí, pero por más que tenga al pecho hinchado de pena, no me es menester de lágrimas alimentarme.
Un presentimiento certero, ¿o no diferencio flores naturales de artificiales?...
Como lo peligroso del abrumado cuarto, éste me representa, siempre, el placer que cargan tus ojos. Nunca dolor ni malestar, sos la diosa del placer, sos la placentera vida de la perdición. Presentí la vagabunda nada, necesidad de recostarme y hacer descansar a mi cadaver, para que mis pulmones dejen de temblar.
¿Donde estas eslabón que no te puedo hallar, en que paseo, conversación, miedo, edad, te perdí, o te dejé pasar? Que ahora desespero haciendo real resucitadas imágenes y un solo pensamiento, que ensucia a mi frente altiva y conciente, me manipula, me tortura con calientes derramamientos de imágenes indeseables. Me despierta con huellas del pasado que se adueñan de mi ilógico presente, utopía candente.
Con las pupilas imantadas a la imagen de verte flotar desde una orilla a otra, no la perderé de mis recuerdos, no la extinguiré entre sueños, ni en vigilia, como fotografías superpuestas para suscitar sensaciones alucinadas.
Los sueños de tu presencia me persiguen suaves y perfumados, reales e inconcebibles, días enteros me perturban sin poder verte, sin querer, viendote. Me debilita por ir a buscarte, hasta que amanezca frente a tu puerta por esperarte.
Los tiempos no llegan a bajar el telón de desdramatizar la crueldad de tu sonrisa, olvidar la perra hambrienta de una larga vida. No llegan a bajar tantos secretos a la tumba, sabiendo que lo único que es para despojar en vida son súplicas, súplicas, las mismas de siempre.
Lo bueno de subir por esas noches, es para dejar de regirme por el tiempo, a esta altura de la vida ya no importa si sale el sol o la luna, solo dependo y decido si dormir o moverme, a traves de la tristeza.

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