martes, 30 de noviembre de 2010

El deseo.

Sujetado por visiones y recuerdos sin imágenes, alguien llora por última vez, por la sorpresa, por la culpabilidad de ser inocente. Y así haber dejado atrás un amor, que vuelve a ser libre, y que ahora anda desajustado y en libertad.
Para que vos quedes ahí tan trémola y enamorada. Por eso no iras a la carcel, solo buscaras una explicación que calme.
Inimaginable y sola tratando de reír, bailar te veo, tratando de sentirte mejor y mejor. Nosotros reímos pero solo de borrachera, solo también cada uno de nosotros, pensando en la felicidad que nos corresponde, y no nos damos cuenta de la multitemporalidad que se entrecruza en nuestros corazones.
Lo único seguro es lo irremediable de nuestro interminable deseo. Él es el único culpable, él es el que nos hace sentir corazones insatisfechos, para toda la vida, el deseo, si por una manta oscura pudiera ser cubierto.
Pero es imposible, a sus rayos nada los vence, el deseo es nuestro sol, y dependemos de él hasta desear la muerte.

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