Pensando en que lo deparará el destino, su futuro, su virtud de solidaridad teniendo que dar no más que las gracias por todo, desde siempre y hasta cuando.
El hombre presiona cada tentáculo contra su cara, como una máscara que lo aprisiona para la eternidad, perpetuo de no querer ver a cada tentáculo como lo que son, dedos, su vista está libre y así le dice a la pared: "¿Que voy hacer de mi?"...
¡¿Pero a quien le habla este señor?! A la blanca pared, horribilidad oscura, hacedora de desmoralidades que son inconfesables, solo ella escucha entre silenciosas riadas.
"Desdibuja esa sonrisa, te lo pido por lo que más quieras". Dice el hombre todos los días a la misma hora.
viernes, 26 de noviembre de 2010
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