martes, 17 de agosto de 2010

Bajo una estrella azul.

Vivo bajo una estrella azul, sobre un fuego verde. Por miedo o por odio no respondo de todas las noches que provoque el daño irreparable.
Tengo tanto tiempo para contemplar la llegada vespertina de las almas del amor, que luego me iré a dormir aureolado e ignorante como un angel.
Tu aire es tan triste que cada vez que te veo sonreír, quebras mis esperanzas de coronarte. Me hiciste tenerte asco, a partir de ahora me condenaras a amarte sin sentido. Domado por el mar, acostumbrado a ser libre y no poder destruir, por tus huellas de ida, distante mentirosa enfermedad de creer volverme loco.
Me recuesto en el sillón de pana, apago el velador, toco mi cara hasta sentir alegría. ¡Que contento estoy! Dilucidación, alucinación, condenación. Horizonte, cielo, mar. ¿Quién puede buscar mayor exuberancia existiendo semejante inmensidad?
Sos un animal que va largando ese olor, me va a ayudar a no temer ser comido por las aves, a definir al delito como un acto de noble necesidad.
Embravecidas nubes blancas en el cielo negro, sigo siendo humano por más que aborrezcan las marcas que deja la nebulosa, viajera arena al ras de mi piel.
Perdona, no puedo hacer otra cosa que no sea mundano. Estoy preso en el mundo, listo para ser deshumanizado. Y anormal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario