domingo, 22 de agosto de 2010

Mientras duermo.

Mientras duermo hay silencio, oscuridad. Mientras duermo un auto pasa por la puerta de mi casa. Mientras duermo un trueno suena más fuerte que otros dos, o más cerca de la ventana. Mientras duermo canta un gallo, sí, de noche. Mientras canta llueve. Truena y al igual que el cielo el gallo desespera. ¿Que raro, que otro animal canta? Se dice del delfín, los pájaros. Que raro que llamen canto a esos descuartizados gritos en medio de la lluvia. Los truenos lo acompañan, se acoplan. La tormenta detrás de la ventana es intensa. Llueve. Mientras duermo otro motor se eleva y vuelve a disminuir su sonido por la puerta de mi casa. Mientras duermo hablo inentendible, reclamo algo, con angustia, trato que me entiendan en el medio de la noche, es como una lucha contra mí mismo, en la oscuridad. El tiempo pasa, la noche transcurre, el gallo no vuelve a cacarear, llueve toda la noche, los truenos desde lejos explotan. Y otro auto acelera. Mientras duermo me muevo, me acomodo, no escucho a los truenos retumbar cerca de mi casa, no percibo relámpagos alumbrar la ventana de mi habitación. Tan antiguo como el cabalgar de un carrero es donde duermo, al mojarse, perdiéndose en la infinidad de un espejo retrovisor, de la noche. Mientras duermo no pasa nada, quizá porque no es sábado ni viernes, solo hay gente que duerme, gente que viaja de noche. Mientras duermo los colectivos comienzan su recorrido y más motores suenan, se cruzan, alumbran lluvia. Mientras duermo la noche no es silenciosa; los truenos, los gallos, el agua caer sobre toda intemperie y vehículos.
Mientras, duermo.

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