sábado, 28 de agosto de 2010

Filiación.

Estoy esperando acostumbrarme a tener un colmillo creciendo al costado de mi boca. Bajo mis manos para saber donde pueden estar mis dedos, es cierto, la perversión está en todos lados. Y nadie podrá juzgarme, ahora mi razonar brilla puro instinto. Porque estoy armado con garras, por los ojos puedo sentir el filo de las hojas de afeitar, es una intuición del dolor que hace frenar a mi cuerpo, paralizo a mis desagarrados dedos escupiendo sangre. Mi conciencia y mi soledad están trenzadas como vívoras.
Trenzadas como perras estan mi hipocresía y mi sinceridad.
No es indolencia, es el saber de mi filiación con el demonio. La razón por la cual mi piel se eriza disarmónica, desapasionada, a los prematuros aromas primarios, intensos frutos.
Tengo miedo de verte nuevamente.
Y los inmorales hablan del hombre frío. Que tiene el corazón tan tórdido como la piel del fuego que voló.

No hay comentarios:

Publicar un comentario